Por Mario Medina
columna
Este miércoles el presidente Andrés Manuel López Obrador concluye su mandato. Un gobierno el que, la derecha nos repitió hasta el cansancio, nos iba a llevar a México y a los mexicanos al apocalipsis nacional.
La derecha política, intelectual, empresarial y la social, durante estos seis años de la administración lopezobradorista, se encargó de hacerle la guerra al mandatario, y aun antes, a partir de una estrategia que simplemente fracasó; recurrieron a la mentira, al denuesto, a la descalificación, a la ofensa; nada sustantivo que permitiera a la mayoría de la población razonar la «inconveniencia» de optar por el proyecto de la Cuarta Transformación, tanto en el 2018 como en el 2024.
Esta derecha quiso derrotar al obradorismo erigiéndose como «monarca» y a la poblasción como sus súbitos. Equivocaron su estrategia, y en vez de tenerla como aliada, la trataron como su servidumbre, como su ujier, y es que así nos conciben, por ello nos reclaman no haber votado por Xóchitl Gálvez, y por las y los candidatos del PRIAN al Congreso.
Una característica del conservadurismo es salvaguardar sus intereses, particularmente del sector económicamente súper poderoso. Son quienes están en la cúspide de la «pirámide social», pues se constituyen como la única y verdadera defensora de los valores cristianos; de la economía “salvaje” de mercado, del estatus quo, pero el suyo, y por eso acusan de «falta de congruencia» a quienes no se suman, a quienes no se sumaron a sus causas y a sus fines.
De tal grado es su ignorancia supina de muchos de ellos y ellas para entender a la población, que por eso nos llaman «pendejos aplaudidores», «gente jodida que se ve muy piche hambreada». En este gobierno -berrean-, «no he visto en nada que mejore su pinche condición de jodidos». ¿En qué mejoró su pinche condición de muertos de hambre?», pregunta en sus redes sociales el operador priista y panista mexiquense, Juan Pedro García, acusado de ser un buleador. Este es su talante. La derecha vive una crisis de identidad. La mayoría se averguenzan de serlo, no se asumen como tal y por lo mismo no se atreven a decir abiertamente «soy de derecha», ha señalado Agustín Laje, politólogo y escritor español quien abiertamente se define de derecha, pero que lamenta que la derecha mexicana, sean políticos, escritores, periodistas o un sector particular de la sociedad, esconda su pensamiento e identidad conservadora. Como lo expuso en una entrevista con Los Periodistas
Si revisamos algunos diarios, noticieros de televisión, de la radio, es común ver que la mayoría de los medios censuran la palabra derecha, y por lo mismo evitan calificar a los politicos de derecha, de definirlos como tal, aunque sí lo sean. Si acaso, dice Laje, refieren palabra «centroderecha» porque «saben que segumente ser identificado de derecha no bueno». Les da verguenza digo yo.
En México no tenemos un verdadero líder de derecha como hoy sí lo tienen Argentina en la persona de su actual presidente, Javier Milei; un personaje que, independientemente de su nefasto pensamiento ultraconservador y amén de ser un odiador de lo social, le tiene sin cuidado presumir ser de derecha.
En México, una cosa es cierta, dice Laje, la derecha no tiene «centros de pensamiento que fortalezaca su concepción conservadora». Lo hace a partir de ciertas concepciones, de creencias, pero no a través de estudios de polítólogos, sociólogos, antropólogos, psicologos que definan qué es ser de derecha y mediante de un proyecto de gobierno que pueda ser un atractivo social. En México, dice el español, «la derecha es una bolsa de boxeo».
La derecha, efectivamente, no ha avanzado porque lo que busca no es imponer una ideología, un proyecto económico-político-social, sino su objetivo principal es hacer dinero y no necesariamente de manera legal, como debe ser lo ideal, lo justo, sino que pretenden seguir haciendo _business_ pero a partir de su concepción corrupta.
El fracaso de la derecha ha sido absoluta, total. Su derrota más allá de haber perdido la Presidencia de la República y que Morena y sus aliados hayan obtenido la mayoría calificada; fueron derrotados por una población politizada que decidió echar a una “vieja clase política despótica, autoritaria, corrupta, racista y clasista”.
No ofrecieron verdaderas salidas frente a la Cuarta Transformación. Sus intelectuales organicos, algunos quienes militaron en la izquierda, pretendieron abrumarnos con odios y mentiras, difamaciones, con el mismo cuento que todavía hoy no se cansan de repetir, repetir y de repetir a pesar de que ya nadie se lo cree, eso de que «ahí viene el lobo»: «vamos a ser como venezuela».
Dice Jorge Zepeda Patterson en Milenio que “el malestar del grueso de los mexicanos obedece a causas reales y profundas, inconformidad que se acumuló por lustros”, un hecho que la oposición no entiende no ve o no quiere entender, lo que muestra también su fracaso al no tener una oferta alternativa para las mayorías que por el contrario se dedicó a ofender.
Afirma Agustín Laje, la derecha mexicana requiere de un «nuevo discurso político», incluso de palabras, de fraseos nuevos, distintos, de un «nuevo diuscurso social» que atraiga a la población y no que la corra: «jodidos, muertos de hambre».
Así nunca lo va a hacer; si acaso llenarán unas cuantas plazas vestidos de rosa, y es que no se dan cuenta que los «jodidos» son ellos mismos. No actúan como la «oposición democrática” que presumen ser; actúan en calidad de golpistas, sí, pero fracasados.
La derecha a pesar de su enorme poder político y económico, de tener a su servicio a la mayoría de los medios de comunicación, a columnistas, articulistas, a una poderosa clase empresarial, a una fuerte clase social media, media alta y alta conservadora, el presidente López Obrador la derrotó, exhibió su conservadurismo a la que el pueblo le genera urticaria, le saca ronchas. «Fuchi, apesta», se quejan.
Su problema, de entrada, es que son una «derecha vergonzante»; es claro que está desesperada por tratar de cosechar simpatizantes entre aquellos que jamas van a votar por ellos, pues cómo no, si a diario y a toda hora nos mientan la madre. Este es su nivel intelectual, su capacidad que nos ofrecen.