“Ya no camino tan fácilmente como antes”, dijo Biden. “Ya no hablo con tanta fluidez como antes. Ya no debato tan bien como antes. Pero sé lo que sí sé: sé decir la verdad. Distingo el bien del mal. Sé cómo hacer este trabajo. Sé cómo hacer las cosas”.
El retiro de Joe Biden de la campaña presidencial se produjo después semanas de preocupación sobre la resistencia física y las capacidades mentales del presidente de 81 años y de escepticismo sobre su habilidad para hacer campaña eficazmente contra el expresidente Donald Trump, así como las inquietudes sobre si podría gobernar el país durante otros cuatro años.
La edad y las preguntas sobre las facultades mentales del presidente habían sido la mayor responsabilidad política de Biden desde que se postuló por primera vez contra Trump en 2020. La desastrosa actuación de Biden en un debate de CNN el 27 de junio, durante el cual el presidente habló en voz baja, tenía una mirada vidriosa y en un momento pareció perder el hilo de sus pensamientos a mitad de la frase mientras su oponente ofrecía una actuación animada, aunque prácticamente ajeno a los hechos verdaderos, llevó esas preocupaciones al primer plano de la conversación política y, en última instancia, condenó su intento de reelección.
Es la primera vez en décadas que un presidente estadounidense renuncia a presentarse a la reelección, lo que recuerda la decisión del presidente Lyndon Johnson de no presentarse a un segundo mandato completo en 1968, aunque la decisión de Biden llega meses más tarde en la campaña que el anuncio de Johnson.
También es el último acontecimiento impactante en una campaña política muy cargada que ha incluido un atentado contra la vida de Trump.
Sin embargo, ni siquiera el intento de asesinato y su efecto tumultuoso en la contienda podría detener la pérdida de apoyo que Biden estaba enfrentando entre los demócratas del Congreso que se convencieron cada vez más de que una derrota en noviembre también ahogaría sus contiendas electorales
La presión dentro del Partido Demócrata
El presidente Joe Biden se enfrentó la semana previa a una nueva ronda de deserciones de legisladores demócratas de su campaña que le pidieron públicamente que abandonara la carrera presidencial, incluso mientras su campaña intentaba proyectar el mensaje de que no va a ninguna parte.
La tensión entre los legisladores y la campaña de Biden aumentó esta semana, a medida que más y más demócratas hicieron público su deseo de que Biden abandonara la carrera —además de los informes de líderes demócratas del Congreso presionando a Biden sobre sus posibilidades—, incluso cuando el presidente decía repetidamente que no tenía intención de abandonar.
Los momentos que dinamitaron la candidatura de Biden
El debate de CNN
La campaña de Biden había solicitado el debate de junio con la esperanza de obligar a los votantes a sintonizarse con la carrera (y lo que Biden ha dicho está en juego si Trump recupera la Casa Blanca) antes de lo habitual. Pero esa estrategia pareció resultar contraproducente cuando el presidente solidificó lo que había sido la preocupación más persistente sobre su candidatura.
La actuación del presidente conmocionó a sus donantes, a sus aliados más cercanos y a los 50 millones de estadounidenses que vieron a Biden tropezar durante el debate de 90 minutos, la exposición más amplia a un Biden sin guion desde la última ronda de debates electorales generales hace cuatro años. Dejó a la Casa Blanca y a la campaña de Biden en una lucha frenética por explicar su condición: al principio, achacándola a un resfriado, poco después de decir que el presidente había tenido desfase horario debido a su viaje internacional que concluyó unos 12 días antes del debate.
Los asesores del presidente y los funcionarios de campaña buscaron calmar las ansiedades demócratas, convocando apresuradamente reuniones con donantes y principales partidarios para asegurarles que el desempeño de Biden fue producto de una mala noche y pedirles que lo consideraran en el contexto de sus más de tres años de presidencia.
El propio presidente reconoció casi de inmediato lo mal que le fue en el debate; en un mitin de campaña al día siguiente, buscó promover una imagen animada y llena de energía que había estado en gran medida ausente del escenario del debate.
“Ya no camino tan fácilmente como antes”, dijo Biden. “Ya no hablo con tanta fluidez como antes. Ya no debato tan bien como antes. Pero sé lo que sí sé: sé decir la verdad. Distingo el bien del mal. Sé cómo hacer este trabajo. Sé cómo hacer las cosas”.
Pero el daño ya estaba hecho.
Las equivocaciones al hablar
Biden se confundió en febrero durante una conferencia de prensa, en la que se refirió al presidente de Egipto, Abdelfatah al-Sisi, como el “presidente de México”, al hablar de sus gestiones para permitir la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, en medio de los ataques de Israel contra Hamas.
La declaración ocurrió precisamente después de que se difundiera un informe por parte de un fiscal independiente que llevaba el caso de varios documentos clasificados encontrados en la residencia de Biden, donde se señala que tiene posibles problemas de memoria.
También en febrero, Biden confundió al presidente de Francia, Emmanuel Macron, con el expresidente François Mitterrand, quien falleció en 1996.
El desliz ocurrió en un mitin de campaña en Las Vegas. Biden recordó una conversación con otros jefes de Estado en la cumbre del G7 de 2021, donde también se refirió al excanciller de Alemania Helmut Kohl en torno a un encuentro del G7 en su primer año de gobierno —en 2021-— pero el exgobernante falleció en 2017.
En julio, después del debate, en una conferencia de prensa, Biden llamó al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, “Putin”… como el presidente de Rusia, Vladimir Putin. De inmediato, corrigió, no obstante.
El Kremlin calificó de “absolutamente inaceptable” el comentario del presidente. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que los errores fueron claramente “deslices de lengua”.
Al principio de su rueda de prensa en la cumbre de la OTAN en julio, Joe Biden, dijo erróneamente «vicepresidente Trump» al hablar de su vicepresidenta, Kamala Harris.
Luego, durante una entrevista con el medio estadounidense BET, Biden mostró dificultad para recordar el nombre de su secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Biden dijo que sólo una “condición médica” le convencería de dejar la contienda por la reelección. Un día después de la emisión, la Casa Blanca anunció que el presidente había dado positivo por covid-19.
Los pedidos de los demócratas para que se retirara
Al día siguiente del debate, el representante Lloyd Doggett de Texas se convirtió en el primer miembro del Congreso del propio partido de Biden en pedirle que se retirara de la campaña. Las fracturas en el apoyo a Biden se ampliaron cada día desde entonces. Para cuando Biden hizo el anuncio de retirar su candidatura, decenas de legisladores le habían pedido que se retirara.