Por Mario A. Medina
Columna
Después de dos años de haber asumido la máxima magistratura de Colombia, elConsejo Nacional Electoral (CNE) de ese país, abrióunainvestigación y ha formulado cargos a la campaña del presidente Gustavo Petro. El titular de ese organismo, César Lorduy, lo acusa de violar los topes de campaña.
Sí, extrañamente, más de dos años luego del triunfo del exguerrillero del M-19, resulta que encontraron que el presidente de izquierda rebasó los gastos de campñaña; la reacción del mandatario ha sido inmediata; «ha comenzado un golpe de Estado en mi contra», denunció en su cuenta de X.
Esta maniobra tiene el propósito de sacarlo del poder ha dicho Petro, al tiempo que llamó a sus seguidores a defender la democracia en las calles.
Al revisar lo que está viviendo la nación liberada por Simón Bolivar, encontramos serias similitudes de lo que estamos experimentando en México. Igual que allá, «El Cártel de la Toga» -así le llaman tambien-, está politizando el tema de la justicia. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) ha estado operando encontra de los programas sociales (Reforma Pensional) que ha implementado Petro en favor de la población adulta mayor, “La Gran Marcha por las Canas”, le dicen.
El presidente ha denunciado en la cara misma de el cártel de los togados, que lo acorralan por ser un presidente libre, por expresar un discurso de izquierda, revolucionario, y peor aun, por haber militado en la guerrilla del M-19.
Les ha dicho de frente que son los mismos que en el pasado callaron las desapariciones de jóvenes, que no quisieron ver las torturas de sus antesesores; han censurado a Juan Carlos Florián Silva, viceministro de Diversidades del Ministerio de la Igualdad, por ser un líder histórico del movimiento social LGBTIQ+.
Los llamó a observar «lo que está pasando en México», donde cerca de 36 millones de mexicanas y mexicanos votaron no sólo por una mujer presidentA, Claudia Sheinbaum, sino también para que la población elija libremente a jueces, magistrados y ministros.
Ha lamentado, -dando entender que igual que la Suprema Corte de Justicia de México-, la Corte Constitucional de ese país, está sumergida en la corrupción: «favorece al sector conservador, ha derechizado la justicia, pasa sobre la norma y sobre el pueblo», además de tenerle desprecio; «no quiere escuchar el sentido de su voto» (11 millones de colombianos).
La radiografía que observa Gustavo Petro de su país cuando la pone a contraluz, pareciera es la misma de México, donde la derecha pretende quitar de enmedio a un presidente que le es incómodo para sus interéses y sus privilegios.
Pero igual que aquí, en la tierra de Gabriel García Márquez, «el gobierno de Petro enfrenta una feroz arremetida de los conglomerados mediáticos. «A través de fake news y campañas de desprestigio se intenta erosionar el apoyo popular y debilitar sus logros en justicia social y ambiental»; sólo el 35% de los colombianos confían en las noticias publicadas en medios de comunicación.
Sin rubor alguno, corporativos de comunicación como El Tiempo, El Colombiano, Semana, además de un sinnúmero de pasquines como La Silla Vacía, periodistas y articulistas conservadores no han dudado en apoyar abierta y descaradamente a los candidatos de la derecha y de la extrema derecha.
En México no pudieron, a pesar del «golpe de estado blando» que practicaron durante los seis años de la administración de Andrés Manuel López Obrador; usaron diversas técnicas conspirativas con el fin de desestabilizar al intentar generar un clima de malestar entre la población; la intriga, la divulgación de falsos rumores y, desde luego, la afirmación repetida de que en México no había libertad de prensa, aún cuando sus textos, desmentían tal afirmación.
El ex presidente mexicano llegó a señalar como provocadores a la derecha empresarial y política, la «mafia del poder», encabezada por Claudio X. González y a sus antesesores, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón, lo mismo que su enemigo de siempre: Roberto Madrazo Pintado.
Situación similar está viviendo Petro y los colombianos. La clase política y los sectores económicos empresariales y del agro, han generado una narrativa de descalificación contra el mandatario; meten miedo y fomentan el odio a través de la desinformación, pero también en las calles, la población apoya al presidente guerrillero que ha llevado a cabo diversas reformas a favor de la gente, como la pensional, de salud y la laboral, mal vistas por el sector empresarial y social conservador colombiano y por el poder judicial de allá que las han obstaculizado.
La clase política, el sector empresarial, los medios de comunicación y el poder judicial, igual allá que aquí, no han podido entender el verdadero significado de la democracia. Quieren imponer su democracia, la más conveniente para ellos, aunque sea mediante un golpe de Estado «legal», que no tiene nada de legal, y es que allá como acá, la derecha no puede aceptar que haya un presidente progresista, de izquierda, y ahora en nuestro país, a una presidentA de izquierda, rebelde.
Gustavo Petro aún tiene dos años de gobierno por delante, tiempo en el que seguramente tiene pensado consolidar cambios estructurales para beneficiar a los colombianos pobres y a la clase trabajadora. Ya lo hizo al reducir drásticamente la pobreza en este periodo de gobierno, y eso a la derecha colombiana parece que no le gusta porque igual que aquí, no son los beneficiarios.
Que no lecuenten…
Mientras que en Colombia la derecha prentende un golpe de Estado contra el presidente Petro, en Argentina, Javier Milei construye su propia caída; miles de jóvenes y la clase trabajadora, lo abuchearon por su su veto a una ley que garantizaba el financiamiento de las universidades. Su plan es acabar con la educación pública, pero también, al parecer su futuro personal.