El terrible asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, quien fue decapitado por sus homicidas y que causó terror en todo el territorio nacional, fue la gota que derramó el vaso para los ciudadanos de esa entidad y de otras, quienes lo único que ven de la gobernadora, Evelyn Salgado es una total permisividad con los grupos del crimen organizado.
Ante este hecho macabro que sienta un nefasto antecedente para la sociedad, toda vez que quien fue privado de la vida fue un representante popular, una autoridad local a la que no se le guardó el más mínimo respeto, el clamor ahora de los guerrerenses es que ante su incapacidad e indolencia, Evelyn Salgado deje su cargo y renuncie a él.
Asimismo, también circula ya entre los habitantes de esa entidad del sur del país, la exigencia de la desaparición de poderes en Guerrero, porque lejos de que quien gobierna garantice la protección de la gente como es su obligación constitucional, ello no sucede así.
Por el contrario, es el crimen organizado el que se ha posicionado en esa entidad, en la que la ciudadanía vive temerosa de morir, víctima de la delincuencia que tiene manga ancha y cuya operación es totalmente impune.
En tanto que los guerrerenses se sienten desprotegidos y a merced de los distintos grupos delictivos, la gobernadora no ha resuelto absolutamente nada para revertir esta situación, que está costando vidas y cuyo accionar es cada vez más violento.
Tan es así, que aunado al asesinato del alcalde de Chilpancingo, la delincuencia ha lanzado una advertencia a quienes viven en esa ciudad y sus alrededores, demandándoles que no salgan de noche, que no asistan a lugares como cantinas, porque se encargarán de “realizar una limpia”.
Lo anterior, significa que los tambores de guerra están sonando a todo lo que dan y que quienes hicieron circular ese comunicado, generarán una ola de violencia para apoderarse de la plaza, en una ciudad y un estado donde por años han predominado grupos delictivos como “los rojos” y “los ardillos”.
Ante este clima de inminente inicio de hostilidades entre grupos rivales de la delincuencia organizada, no ha llevado a la gobernadora más que a emitir discursos y anunciar que “se investigará”, lo que no deja satisfechos a los guerrerenses, quienes piden que ya renuncie y que el puesto lo ocupe alguien que sí se comprometa con la seguridad a la que tienen derecho.¿Será que Alejandro Arcos sabía su destino desde su toma de protesta cuando dijo que estaba dispuesto a dar su vida por Chilpancingo? Y vale la pena también preguntarse qué intereses incomodó al decir que combatiría sin tregua la corrupción y que ayudaría como alcalde a la organización de la ciudadanía en consejos consultivos, para contrarrestar el flagelo de la delincuencia. Estos temas no son de interés de la gobernadora, por eso es que dicen los guerrerenses que debe irse ya.