Por Jorge Octavio Ochoa
Columna
A oscuras, de madrugada, blindados contra las protestas de normalistas de Ayotzinapa, la mayoría de Morena, PT y PVEM aprobaron esta madrugada, justo por 86 votos (el límite legal), el paso de la Guardia Nacional al fuero militar.
El futuro secretario de Seguridad, Omar García Harfuch justificó la decisión: “es necesario tener una visión de seguridad a largo plazo que permita la continuidad en las políticas de seguridad y construir corporaciones fuertes”.
El voto decisivo, al igual que con la reciente reforma al Poder Judicial, lo dio Miguel Ángel Yunes Márquez, panista, protegido por Morena, perseguido por el fantasma de carpetas de investigación por enriquecimiento inexplicable de toda su familia.
Afuera del Senado, sólo quedó el silencio de la noche, luego del estruendo de petardos, estallido de cristales, el correr atemorizado de ciudadanos y rostros embozados de estudiantes que reclaman por el crimen de Estado de hace 10 años.
Desde la tribuna, en su primera y última aparición como senador, García Harfuch argumentó que en muchos sexenios se ha cambiado a las instituciones de seguridad federal, lo que generó falta de identidad y espíritu de cuerpo.
El traspaso de la Guardia Nacional al Ejército, según dijo, terminará con las deficiencias en la capacitación de este cuerpo. Lo que no dijo, es que serán despedidos inexorablemente cerca de 15 mil personas.
A contracorriente de lo que decían en el 2016, los Morenistas festinaron el “triunfo” legislativo, entre acusaciones de abusos, agresiones, por parte de morenistas y senadoras del Partido Verde contra una panista, a la que expusieron su intimidad.
Familias que buscan a sus muertos, en un país de casi 200 mil crímenes violentos, 50 mil desaparecidos y una figura icónica que ya no los quiere ver porque afectan “la investidura presidencial”.
Las otras familias: Los Murat, los Yunes, Monreal, Alcalde, Rioboó, Esquivel, Batres, Taddei, comandados por los López Obrador, en una nueva élite que mandará en los destinos de un país que todavía se siente sobajado por los españoles.
Por la mañana, al escampar el día, 86 contra 42, en un país profundamente dividido, confrontado, que en el futuro tendrá que enfrentarse al fuero militar si siente que sus derechos humanos han sido traspasados.
Es la transferencia de recursos jurídicos, presupuestarios y financieros de la GN a la Sedena, que será uno de los sectores que más recursos recibió durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Pero García Harfuch insiste en que no hay militarización alguna, porque la Secretaría de Seguridad que estará a su cargo, “tiene la atribución de diseñar la estrategia de seguridad”.
Él será, afirmó, quien coordine al Gabinete de Seguridad. Existe la inteligencia naval, militar y financiera, cuyo objetivo es reunir la información generada por todas las instancias para convertirla en un producto operable.
Para hundir más la estaca en el corazón de los panistas, el líder de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández, catalogó a Yunes Márquez, como “la mente más lúcida, del Partido Acción Nacional en estos tiempos”.
En esa misma línea, criticó al hijo de Luis Donaldo Colosio, por decir que el Ejército es el causante de que vivamos con miedo, “o algo así”, dijo el líder, sin precisar la cita exacta del aludido.
Marko Cortés interpeló al ex gobernador Tabasqueño, con un dardo envenenado, que se clavó en el fondo de quienes consideran “traición a la patria”, el haber entregado a la justicia de USA, a uno de los criminales más buscados en el mundo.
“¿Estarían dispuestos, con tal de combatir realmente al crimen organizado, a tipificar, el delito de los criminales cuando amedrentan, cuando amenazan, cuando incendian, en nuestro país, como terrorismo, para que exista colaboración internacional y se pueda detener a los criminales como recientemente al “Mayo” Zambada?”
Con un lenguaje ecléctico, Adán simplemente manifestó: “Le respondo que, con la misma disposición… en la que espero que usted vote a favor de esta iniciativa”. Silencio y tímidos aplausos enmarcaron la alocución.
Jorge Carlos Ramírez Marín, flamante neo Partido Verde, ex secretario de Estado y legislador del PRI dijo, sin resquemores, que “es una falacia y una exageración malintencionada, decir que se acaba con la seguridad pública de los estados”.
Con aire doctoral, de quien busca acallar las opiniones desinformadas, dijo que “es falaz decir que en los estados no se ha podido mejorar la seguridad porque el ejército tiene incendiado el país”.
“¡No, amigos, lo que tiene incendiado el país es la falta de responsabilidad y la falta de compromiso de algunas autoridades locales que se niegan a hacer el trabajo que tienen encomendado!”.
Apegado al discurso Lópezobradoristsa, dio un repaso a los medios de comunicación, e insinuó que en los gobiernos municipales y estatales no hay suficiente presupuesto porque se lo gastan en comunicación social.
“No hay dinero para incrementar los rondines o crear las policías de barrio, pero revisen cuánto se está gastando en publicaciones y en campañas de redes sociales y en creación de contenidos”.
Sin embargo, la senadora Gina Campuzano González lo ubicó en el foco del debate.
“Vienen a decir que no le dejemos toda la responsabilidad de la seguridad al gobierno federal. ¡Se lo compro!”.
Nada más que nos explique cómo quiere que todos los estados y los municipios del país resuelvan la inseguridad con 10 mil millones de pesos repartidos entre todos, contra los 400 mil millones de pesos que le dan a las Fuerzas Armadas.
La también panista Laura Esquivel Torres repreguntó: Oigan, ¿no que cuando Andrés Manuel fuera presidente iban a sacar al ejército de las calles en seis meses? ¿En qué país viven? ¿A poco ya no les purga ver al Ejército en la calle?
¿Por qué cambiaron de opinión? ¿Verdad que no es lo mismo ser borracho que ser cantinero? ¿En qué momento dejaron de pensar esto? ¿Y esto? Ustedes, como dicen una cosa dicen otra.
“Estoy segura que algunos senadores de los que aquí van a votar a favor de militarizar al país, han marchado gritando el 2 de octubre no se olvida, pues si se les olvidó”.
“Con su voto, se les olvidó que el 2 de octubre de 1968 fueron masacrados estudiantes del Poli, de la UNAM, mientras se resguardaban entre los edificios de Tlatelolco”.
Para finalizar una crónica de fin anunciado, Alberto Anaya, sempiterno dueño del Partido del Trabajo (PT), el mismo que fue rescatado de la muerte en 2015, cuando debía perder el registro.
Los Tribunales, de los que ahora denuesta, le dieron esa respiración de boca a boca que hoy le permite dar respiración a los argumentos para trascender a la Guardia Nacional en sector militar.
Ese Anaya sostuvo que “la implementación de programas sociales no ha sido suficiente para frenar la crisis de inseguridad, a pesar de que se atacan las causas estructurales como es en el caso de los jóvenes”. Por eso esta decisión.
Entre cristales rotos, los ojos rojos del desvelo, esos hijos de la República salieron por la puerta de atrás, pero siempre bien vestidos. El paso de la Guardia está dado. Andrés Manuel se puede ir tranquilo.