Al menos en los primeros años de su administración, en decisiones y proyectos clave, Clara Brugada tendrá que pasar por el filtro del actual jefe de Gobierno, Martí Batres, quien aprovechó su posición para imponerle a su sucesora altos funcionarios y posiciones en el Legislativo, desde donde él puede cogobernar o al menos tener una gran influencia.
Esto es parte del pago que tenía que darle Clara a Batres por haber sido el factor determinante para bloquear las aspiraciones de Omar García Harfuch para la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno, así como su intervención, previo y durante la campaña Constitucional, de perseguir a la oposición para evitar que ganaran.
Aunque son varias posiciones importantes que tendrá Batres, tres son fundamentales para la operación del Gobierno y ahí colocó a su gente: las secretarías de Gobierno y de Seguridad Ciudadana, así como la coordinación de Morena en el Congreso de la Ciudad de México.
En Gobierno, César Cravioto es totalmente del grupo de Martí Batres, desde los tiempos en que era el mandamás en la Asamblea Legislativa del DF, allá hacia finales de los años 1997, cuando Cravioto era un importante proveedor de esa instancia legislativa.
Pablo Vázquez repite al frente de la secretaría de Seguridad Ciudadana. Batres lo propuso para relevar a García Harfuch en septiembre pasado, y le seguirá debiendo a él tener ese cargo, porque tocó los resortes precisos para que Clara lo ratificara.
La coordinación de Morena y sus aliados en el Congreso quedó en manos de Xóchitl Bravo, también muy cercana a Batres, quien la propuso y Brugada tuvo que ceder. De arranque demostró buenos dotes para la negociación política, pues de inmediato consiguió tres diputados para pasar de 43 a 46 y obtener la mayoría calificada para reformar la Constitución.