Entre batucadas, bandas sinaloenses, consignas y venta de monigotes de trapo de López Obrador, simpatizantes expresaron su apoyo al presidente.
Desde muy temprano, este domingo 1 de septiembre la Plaza de la Constitución comenzó a llenarse de color. Cientos de simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador, ataviados con sombreros, gorras y camisetas con su imagen, se congregaron para celebrar el Sexto Informe de Gobierno del mandatario federal.
La jornada se convirtió en una auténtica fiesta popular, marcada por el calor del Sol en plano y el entusiasmo de la gente que fue a adorar a su “mesías”.
El eco de estas consignas resonaba en la plancha del Zócalo, donde las pancartas y las banderas ondeaban mostrando el rostro del presidente de México a 29 días de que acabe su sexenio y frases de apoyo a su gobierno.
El ambiente festivo también atrajo a los vendedores ambulantes, quienes no perdieron la oportunidad de ofrecer todo tipo de souvenirs alusivos al mandatario.
Muñecos de peluche de López Obrador, pines, títeres, gorras, tazas, chamarras y plumas eran parte del extenso inventario que oscilaba entre los 30 y los 350 pesos.
El clímax de la jornada llegó cuando, finalmente, el presidente Andrés Manuel López Obrador apareció en la Puerta Mariana de Palacio Nacional. La multitud estalló en aplausos y vítores, alzando las manos al aire y ondeando sus banderas como si de verdad la Selección Mexicana hubiera ganando un Mundial.
Durante su discurso, los ánimos se caldearon aún más cuando López Obrador mencionó el tema del Poder Judicial. “¡Fuera Piña!” retumbó en la plaza, con referencia directa a Norma Piña Hernández, la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El grito, repetido por cientos de voces, mostró el sentir popular hacia uno de los temas más controvertidos de su administración.
La jornada culminó con un sentimiento de esperanza y continuación del gobierno de Morena entre los asistentes. Los simpatizantes de López Obrador se retiran poco a poco, mientras los gritos de los vendedores, así como las voces de las familias para llegar al Metro, se pierden entre la multitud.