La nicotina reduce el flujo sanguíneo al oído interno, por lo que hay un 70 por ciento más probabilidades de desarrollar pérdida auditiva
Además de provocar cáncer, infartos al corazón y al cerebro, fumar también causa la pérdida de la audición, informó Gonzalo Corvera, director del Instituto Mexicano de Otología y Neurotología S.C. (IMON).
En el marco del Día Mundial sin Tabaco, detalló que una persona que fuma tiene 70 por ciento más probabilidades de desarrollar pérdida auditiva que una persona que no fuma, debido a que impacta la presión sanguínea en el oído interno, cuyas estructuras son muy delicadas y requieren aporte sanguíneo bien regulado.
“La nicotina reduce el flujo sanguíneo al oído interno, se dañan las células y mueren, una pérdida irreversible, al no poder regenerarlas. Asimismo, la nicotina interfiere con los neurotransmisores en el nervio auditivo, lo que afecta la interpretación de los sonidos”, precisó.
El director de la organización médica especializada en el diagnóstico y tratamiento de la salud auditiva refirió que más de 60 por ciento de fumadores que trabaja en ambientes ruidosos sufre pérdida auditiva, en comparación con el 20 por cientpo de los no fumadores.
Señaló que el riesgo se agrava cuando la persona fumadora tiene antecedentes genéticos de pérdida auditiva, aunado a que los niños tienen cinco veces más prevalencia de capacidad auditiva con infecciones de oído y otros por daño de oído interno.
Gonzalo Corvera dijo que “las mamás que fuman durante el embarazo pueden provocar algún grado de pérdida de la audición en sus hijos cuando son adolescentes y, en algunos casos, puede llegar a ser discapacitante”.
Por ello, subrayó la importancia de acudir a un especialista cuando existen indicios de pérdida auditiva, cuando hay dificultad para entender las conversaciones, sobre todo en entornos con ruido de fondo, porque a la persona que escucha menos le cuesta más trabajo comprender lo que los demás dicen.
Entre los síntomas de pérdida auditiva, mencionó entender una cosa por otra, confundir palabras, subir mucho el volumen a la televisión u otros dispositivos, y participar menos en las conversaciones, lo que al final aisla a los afectados de la interacción social.